30 abril 2010

BP


British Petroleum, la multinacional británica verde y soleada donó hace tres años 500 millones de dólares para crear un centro en la Universidad de Berkeley (California), destinado al desarrollo de nuevas formas de energía y a la reducción del impacto del consumo energético en el medio ambiente.

Más le hubiera valido hacer menos alardes y gastarse en poner tubos submarinos de mejor calidad, además de válvulas de seguridad que cerrasen los conductos en caso de derrames.

Ah ! Con carbón esto no pasa.


28 abril 2010

Carbón en las antípodas

En las antípodas de Europa, Australia desarrolla una política imparable de producción y exportación de carbón. Suministra gran parte de la energía que China y la India necesitan (figura: consumo global de carbón 1980-2030).

Era una contradicción, hasta ayer, que el laborismo actualmente en el gobierno pusiese trabas al consumo propio. Sólo se basaba en la pura demagogia dirigida al elector joven y progre, pues el consumo de carbón del país no representa apenas nada con repecto a la cantidad de carbón exportado. Se supone que el efecto del CO2 es global y da lo mismo que sea emitido aquí o allá.

Pero ha llovido mucho en Australia y el miedo al apocalipsis del CO2 ya no es políticamente tan rentable. Leo ahora que el primer ministro australiano retira hasta después del 2012 su propuesta de reducción de emisiones.


24 abril 2010

Cuando los osos llegaron al polo

Desde que acabó la última glaciación, hace unos 11.000 años, vivimos en el interglacial Holoceno. El anterior período cálido fue el interglacial Eemiense, hace unos 120.000 años. Entonces, debido a las variaciones cíclicas de la inclinación y de la órbita de la Tierra, la insolación veraniega en el polo Norte era bastante superior a la actual, unos 50 W/m2 mayor en junio.

Ahora, el análisis de ADN de una mandíbula fósil encontrada en las islas Svalbard ha mostrado que los primeros osos, ancestros aún pardos de los actuales osos blancos (Ursus maritimus), llegaron al Artico precisamente entonces, cuando se cree que el clima de la Tierra era bastante más cálido que el actual, sobre todo durante los veranos del hemisferio norte.

Dice un artículo de Science, publicado online, que en el transcurso de unas mil generaciones aquellos osos fueron metamorfoseando el color de su piel del marrón al blanco, acumulando grasas y estirando el cuello, hasta llegar a la forma de los actuales osos polares.

Hoy las islas Svalbard, que gobierna Noruega, rebosan de osos polares, de tal forma que salir al campo sin un fusil cargado es allí un peligro.

ps. (y con fusil, lo mismo)

ref.

18 abril 2010

Langostas en Australia



Es frecuente que los medios de comunicación recojan noticias sobre tormentas de arena en Australia y que los políticos, especialmente los laboristas de allá, se aprovechen para denunciar una supuesta, y falsa, intensificación de la aridez del clima.

Estas semanas, sin embargo, todo el interior oriental de Australia, afectado por intensas lluvias, ha sufrido plagas de langosta debidas a que la reproduccción de estos insectos bíblicos se ha visto muy favorecida por la humedad y una clara anomalía de crecimiento vegetal. Como de esto, si no es para mal, los medios no van a hablar, lo recojo en este post.

El mapa de arriba muestra las anomalías de vegetación según las observaciones satelitarias de la NASA.



16 abril 2010

Aerosoles volcánicos


Dispersión de la nube. Pronóstico para el lunes a las 00h


Estoy un poco vago. Además no se sabe todavía el alcance, en altitud y en latitud que tendrá la erupción del volcán. Mientras tanto, copio y pego este texto que se puede encontrar en este apéndice de mi libro sobre la Historia del Clima de la Tierra. Y pueden consultar las principales erupciones del último milenio en el apartado 5 del capítulo 12.

Aparte del CO2, que actúa como un gas invernadero, los volcanes suelen expulsar también enormes cantidades de cenizas y, sobre todo, de SO2 . Se estima que actualmente la emisión anual global de azufre de los volcanes y fumarolas es de unas 10 millones de toneladas. En las erupciones cataclísmicas las cantidades de azufre emitidas en episodios puntuales breves pueden ser muy altas. Las erupciones que inyectan en la estratosfera de golpe entre 5 y 10 millones de toneladas de azufre ocurren con gran variabilidad, estimándose una frecuencia media de una erupción de éstas características cada tres décadas.

El efecto climático del SO2 volcánico suele manifestarse en un enfriamiento de la superficie terrestre durante el verano que sigue a la erupción. Durante el invierno, por falta de radiación solar, el efecto de los aerosoles volcánicos es muy pequeño y pueden, incluso, provocar un calentamiento por efecto invernadero, ya que absorben radiación infrarroja terrestre.

El enfriamiento estival depende no sólo de la cantidad de cenizas y del SO2 expulsado por los volcanes, sino también de las características de la erupción y de su localización. Tras las erupciones más frecuentes, con lavas fluídas de tipo hawaiano o estromboliano, el SO2 de los volcanes se disuelve en las gotitas de agua de las nubes y forma disoluciones de ácido sulfúrico y de sulfatos que suelen permanecer durante un plazo relativamente breve en la atmósfera. Las nubes volcánicas no alcanzan gran altura y en muy pocos días todas las partículas se depositan en la superficie marina o terrestre. En este caso, el efecto climático de enfriamiento es casi nulo.

Por el contrario, en las erupciones de tipo paroxísmico, las emisiones de SO2 pueden alcanzar la estratosfera y los aerosoles sulfatados pueden permanecer allí, en suspensión, durante varios años. Las temperaturas aumentan en la estratosfera, ya que los aerosoles absorben energía tanto de las radiaciones solares entrantes como de las radiaciones terrestres salientes. La troposfera y la superficie terrestre, por el contrario, se enfrían, debido a la sombra que produce la suciedad estratosférica.

También es importante a efectos climáticos en qué zona tiene lugar la erupción volcánica. Si la erupción ocurre en latitudes tropicales, las corrientes de vientos estratosféricos esparcen las partículas por todas las latitudes del globo en uno o dos años y la sombra creada repercute en el clima general del planeta. Sin embargo, cuando la erupción se produce en latitudes altas, su efecto global queda más diluído, aunque sus efectos regionales se hacen sentir antes.

14 abril 2010

La energía nuclear en la construcción del mito


El capítulo 5 del libro de Claude Allègre, titulado "La creación del mito", me ha resultado apasionante. Quizás porque sigo este asunto desde hace décadas y conozco, como lector y aficionado a conferencias y congresos, a casi todos los personajes, de un bando y otro, de este drama. Con algunos he tenido el gusto de compartir mesa y almuerzo, incluso.

El capítulo, un diálogo entre Allègre y el excelente periodista de Montvalon, es largo, porque ningún mito se ha creado en una tarde (la idea del apocalipsis climático no es una conspiración, es un mito y, por lo tanto, asunto de origen más difuso y complicado, que abarca actores de la ciencia, de la política, de los negocios, de la religión, del arte, etc).

A lo que voy (aprovechando la excusa de la conferencia sobre seguridad nuclear que ha organizado Obama):

Claude Allègre es un valiente. A pesar de ser francés y partidario de la energía nuclear, cuenta en su libro cosas como éstas:

Le pregunta el periodista: " Durante mucho tiempo estas querellas de expertos tuvieron poca influencia en el mundo político. ¿Cómo es que la teoría del calentamiento, por no decir la ideología del calentamiento, pudo penetrar en ese mundo?"

Y responde Allègre: " El acto fundacional se produjo, parece ser, en Suecia. Un geoquímico de la atmósfera, Bert Bolin, que seguía desde el principio las mediciones de CO2 en Hawai, publicó durante los años 60 una serie de artículos científicos alertando de los peligros potenciales del CO2. Da la casualidad de que era amigo desde la escuela y compañero de tenis del primer ministro sueco socialdemócrata Olof Palme. Hacia 1973, éste quiso que se implantaran en su país veinticuatro reactores nucleares. Chocó con la oposición de los movimientos verdes que entonces eran ya muy poderosos en Suecia. Palme utilizó ante el público y en el Parlamento sueco los argumentos de su amigo Bolin de que el CO2 era más peligroso que lo nuclear (...) "

Otra. Más adelante. Conferencia de Río en 1992. Pregunta el periodista: "Lo que también tiene su importancia en esa época, nos ha dicho usted, son los terribles accidentes de Three Mile Island y de Chernóbil ..."

Y responde Allègre: " No voy a ser diplomático. El mundo de la energía nuclear, sacudido y desestabilizado por estos dos dramas, vio de repente surgir la oportunidad de rehacerse. Por una razón simple: la nuclear no emite CO2. El lobby fue discreto, pero su acción para propagar la idea del calentamiento imputable al hombre no es despreciable. No es un azar el que en Francia, uno de los apóstoles del "catastrofismo carbonáceo" fuese Jean Jouzel, ingeniero del Comisariado de la Energía Atómica (CEA). Un organismo del que yo he sido un gran defensor, pero que creyó que hacer campaña del global warming iba a servirle." (Jean Jouzel es ahora vicepresidente del IPCC).

Así, sueltos, extraídos del largo texto sobre la creación del mito, pueden parecer chismes, pero yo creo que tienen su importancia, para ahora y para el futuro.

ref. : L'imposture climatique. Claude Allègre (avec Dominique de Montvalon). Ed Plon.

12 abril 2010

La impostura climática


Leo con mucho gusto el último libro de Claude Allègre que me ha recomendado un amigo. Se titula "La impostura climática" y es desde hace varias semanas uno de los libros más vendidos en Francia, un país en donde se sigue leyendo bastante. Las críticas de los medios de comunicación, dominados desde hace siglos por los verdes, han sido feroces, pero el libro sigue en los escaparates.

Claude Allègre, para los que no sepan de política francesa, es un importante hombre de izquierdas y fue ministro de educación con el socialista Jospin. Es además un destacado y experimentado profesor universitario de geología y este es su segundo libro dedicado al engaño con apariencia de verdad que es todo este asunto del CO2 y del apocalipsis climático.

Tanto mérito como Claude Allègre en el éxito del libro lo tiene el periodista que se atreve a hacerle las preguntas pertinentes, las preguntas que muchos barruntan pero pocos aclaran. Es un libro muy ágil, en el que entre los dos desgranan las principales falacias políticas y científicas del asunto. Lo sigo leyendo.

ref. : L'imposture climatique. Claude Allègre (avec Dominique de Montvalon). Ed Plon.